El día 11 de mayo en un recital que tendrá lugar a las 20.30 horas en la Casa de la Cultura Agustín de la Hoz de Arrecife
Andrés Molina pone música a veinte de los sonetos incluidos en ‘El hombre que bebió con Dylan Thomas’ y otros sonetos del poeta grancanario y reciente Premio Nacional de Poesía ‘José Hierro’, Pedro Flores. Y todo ello lo presenta en un espectáculo irrepetible y emocionante que tendrá lugar el día 11 de mayo, a las 20.30 horas, en el marco de la programación de la Casa de la Cultura Agustín de la Hoz de Arrecife de Lanzarote. Tanto el ayuntamiento de Arrecife como el Cabildo lanzaroteño organizan el acto cuya entrada es libre para el público.
La presentación en Arrecife del espectáculo ‘El hombre que bebió con Dylan Thomas’ se incluye en el Circuito Canario Islas de Música, Teatro y Danza que desarrolla desde 2005 el Gobierno de Canarias, que permite a los grupos y compañías mostrar sus espectáculos en otras islas del Archipiélago diferentes a las que residen. Un programa que se lleva a cabo en colaboración con los Cabildos y Ayuntamientos, orientado a compensar el sobrecoste de la insularidad, que impide hacer rentable la actividad cultural en un territorio fragmentado en siete islas –ocho si contamos La Graciosa- y que ha limitado hasta ahora a nuestros creadores.
El espectáculo que pasea ahora Andrés Molina por las islas es fruto de la grabación en directo que realizó junto a Pedro Flores Molina en el Teatro Leal de La Laguna, con la intención de editar un libro con disco y vídeo que ha publicado El Ángel Caído Ediciones con el título ‘El hombre que bebió con Dylan Thomas’.
Andrés Molina interpreta en su recital «sin complejos, como a él le gusta decir», algunos de los veinte poemas convertidos en canciones que conforman el proyecto.
El músico, que se dio a conocer décadas atrás como miembro del Taller Canario de la Canción, estará acompañado por la pianista Rebeca Píriz y por Pedro Flores, que participa asimismo en el espectáculo.
Pedro Flores ha obtenido diversos galardones, entre ellos el reciente Premio Nacional de Poesía José Hierro, y ha publicado más de una veintena de libros, en tanto que Andrés Molina ha compuesto obras cantadas por Ana Belén, Sergio Dalma, Los Sabandeños y Mestisay y Rebeca Píriz acumula «una memorable carrera como pianista».
Para Andrés Molina la poesía de Pedro Flores es “fresca y muy actual, me encanta; por eso le pedí que me enviase poemas que tuviesen una métrica cantable; en pocas horas Pedro me sorprendió con este conjunto de sonetos arrebatados por los que me dejé llevar emocionado, y de los que, como jugando por el mero placer de disfrutar, nacieron lindas canciones que acabaron convenciéndonos a todos de que teníamos que mostrarlas al público como un acto de amor a la belleza”. En palabras del compositor de ‘Flores nuevas’, “estos sonetos parecen cuentos,por los olores, sabores y ambientes que en ellos respiramos; hablan de todo lo que al amor concierne pero dejando al tiempo mil puertas abiertas a mundos filosóficos y reflexivos; Pedro escribe como a todo compositor de buenas canciones le gustaría hacerlo, emocionando y enriqueciendo al oyente”.
Según Pedro Flores, “Dylan Thomas, al igual que con otros muchos poetas, además de por la calidad de su obra, que tiene un hueco incontestable en la historia de la literatura, ingresa en una especie de parnaso maldito, de cielo de los perdedores, ligado a la mitificación de sus personas por ciertas circunstancias lindantes con su visión de la poesía”.
Se trata de un conjunto de poemas de amor, algo canallas y algo etílicos, desgarrados algunos e irónicos otros. Ambos invocan al fantasma de Dylan Thomas, que vaga por este trabajo como ha de vagar aún su espíritu por las barras de los tugurios neoyorquinos por los que se perdió para encontrarse el gran poeta galés. La poesía acude una vez más a una cita con la música, los poemas de Flores adquieren en la voz de Molina una nueva dimensión, se hacen más cálidos y más certeros; una vuelta a las raíces de este antiguo oficio, que nació para ser cantado y compartido por plazas y caminos.
Dos juglares que abordan el reto de conmover al público con una apuesta que sin ser nueva no deja de ser original. Los hombres que bebieron con Dylan Thomas es, entre otras cosas, un homenaje a la Literatura: desde la emoción, la lectura y la modestia se ha intentado con estos poemas y estas canciones hacer un ejercicio de memoria a obras y escritores que son una referencia ineludible en ese ejercicio de inventario. No podía faltar pues nuestro tributo a Alonso Quijano y a Don Quijote, en un soneto, en una canción que trata, a la vez que de rendirle ese homenaje literario y musical, de retomar el mito del caballero de la triste figura, una vez más, y en la medida de nuestras posibilidades, intentar colaborar en la vigencia de su mensaje y su enorme legado.